Hoy, al inicio de este nuevo período presidencial y la inauguración de una nueva etapa, es un momento de decidir qué tipo de Paraguay queremos, qué historia vamos a construir de hoy en adelante: un capítulo repetido o el inicio de una real transformación. Una transformación cargada de esperanzas, de ilusiones, de desafíos. Un camino que nos permite decidir si miramos hacia el frente, hacia el futuro o nos quedamos en el pasado. Si queremos repetir las divisiones estériles, las peleas eternas, o queremos un país y un pueblo unido. Recordemos que el perdón sana el alma, trae reconciliación y paz.
Venimos de un proceso que nos ha enseñado mucho, pudimos unirnos, paraguayos de diferentes ideologías, de diferentes partidos, de diferentes orígenes para abrazar el sueño de la libertad. Nos atrevimos a levantar la voz, unidos salimos a las calles. Ese sueño que defendimos hoy se convierte en un compromiso, en una responsabilidad.
Cada generación tiene una misión histórica. Y estoy convencido que la nuestra es unir al Paraguay, unirlo en valores, y que esa unidad sea una herramienta para que haya una transformación positiva y definitiva, que venga de nuestras manos a nuestro país.
Una unidad que no significa uniformidad. Convivamos en el debate, es saludable, enriquece, construye. Lo que no construye en un país es pretender la uniformidad de pensamiento o de criterio. Démosle la bienvenida al disenso, porque eso nos va a enriquecer como nación. Abramos las puertas al valor de cada idea, a la diversidad de pensamiento de cada ciudadano. ¡Encontremos los puntos que nos unen y avancemos!
Aceptemos que, muchas veces, la mejor idea quizás no sea la nuestra, pero es la que la mayoría decidió y aceptó, y eso es vivir en democracia, donde cada uno defienda su posición, con respeto, pero que también asuma su responsabilidad.
Yo les invito a construir desde el disenso. En una democracia más madura donde las instituciones sean más fuertes, con poderes autónomos, independientes, sin intromisiones y una justicia pronta y valiente.
La impunidad es el cáncer a vencer, o ¿cuánto tiempo más podrá aguantar nuestro pueblo una justicia implacable, rígida para los ciudadanos más humildes y complaciente, cómplice, para los que tienen influencia?
El ciudadano paraguayo despertó, su voz retumba en nuestras calles. Y piden que hagamos frente a la corrupción, a la impunidad, y es nuestra obligación escuchar esas voces y no ser indiferentes a los reclamos justos. Es nuestra oportunidad de transformar esa indignación en esperanza y que la abracemos… La fuerza de la esperanza hizo que estemos aquí hoy.
Prometimos un Paraguay de la gente. Un Paraguay donde el ciudadano es el principal motor de su transformación, una transformación cargada de amor. Un Paraguay más incluyente. Un Paraguay donde se reconcilien la política, las instituciones, la gestión de gobierno con el pueblo. Tenemos la oportunidad y la obligación de recuperar la confianza de la gente… De ese Paraguay de la gente y su gobierno.
Venzamos al escepticismo. Todos estamos ansiosos de vivir en un Paraguay mejor, en un Paraguay más justo, más solidario. Ese cambio, ese Paraguay que queremos solamente podremos hacerlo entre todos. Trasformar al país es un esfuerzo colectivo. Y yo siento que hay una ciudadanía dispuesta a ser parte de esta historia.
Nuestra gente ya marcó la ruta, nos muestra diariamente el camino, el camino del trabajo tesonero, honesto. La solidaridad y gratitud, el reconocimiento a este hermoso país, con nuestra hermosa gente, un país lleno de oportunidades para todos. ¡El Paraguay de la gente! Fuimos electos para servir, para hacer un gobierno eficiente, capaz y con rostro humano.
He conversado con mi equipo de trabajo, confío plenamente que estarán a la altura de la demanda ciudadana, de trabajar con honestidad, y hoy quiero decirles a ustedes lo que en privado les digo a ellos: No seré juez de nadie, pero si en mi gobierno alguien tiene inconductas, seré el primero en colaborar con la justicia. No seré un presidente complaciente con esas inconductas. No me pidan complicidad.
Solidaridad y apoyo para el trabajo: sí
Yo prefiero los aplausos de salida que los aplausos de entrada.
Llegó la oportunidad de demostrar a nuestra gente de que se puede hacer bien las cosas. El Paraguay va a seguir creciendo, pero necesitamos un crecimiento económico mas inclusivo, sacarle a nuestra gente de la pobreza, disminuir el desempleo, una movilidad social ascendente y solamente la cultura del trabajo será el camino. A la pobreza la vamos a derrotar con trabajo. Y este crecimiento debe traducirse en oportunidades para que nuestro pueblo progrese y prospere. Sin caer en populismos, retóricas vacías ni proyectos demagógicos, sino con esfuerzo y trabajo.
Nuestro gobierno consolidará los programas de protección social existentes y articulará los esfuerzos de las distintas instituciones públicas, de modo que más paraguayos puedan salir de su situación de pobreza y tengan una vida digna.
Buscaremos generar políticas tributarias que nos permitan recaudar más, ampliando la base de contribuyentes, disminuyendo la inequidad en el pago de nuestros impuestos, profundizando la formalización de nuestra economía.
¿Cuánto dinero deja de recibir el Paraguay por el flagelo del contrabando y de la evasión? Cada vez que alguien escoge el camino de la informalidad, el Estado deja de percibir los recursos para atender las necesidades de cualquier niño que puede llegar a la sala de emergencia en un hospital.
Trabajaremos en una agenda digital para todo el sector público que nos ayudará a mejorar nuestros sistemas de control. Utilizaremos la tecnología para transparentar la burocracia y promover la eficiencia.
Y a los empresarios les invito a que se involucren, que con su capacidad creativa e innovadora inviertan en nuestro país fortaleciendo las micro, pequeñas y medianas empresas. Construyamos entre todos un clima de negocios favorable para los actores de la economía y que el Paraguay sea más atractivo como plataforma de inversión.
La educación será uno de nuestros grandes ejes. Si no tomamos conciencia de la urgencia del desafío de la educación en el Paraguay, estaremos hipotecando el porvenir de la patria. Nos enfocaremos en una política educativa llena de valores.
Los maestros serán mis mejores compañeros, ellos son los agentes de cambio, desde su comunidad educativa hacia todo el país. Impulsaremos la capacitación constante, a fin de potenciar al máximo sus habilidades dotándolos de herramientas prácticas y eficaces, a fin de ajustarnos a las nuevas exigencias y lograr una educación más integral.
Nuestra misión no va concluir simplemente cuando el estudiante se gradúe, nos vamos a ocupar de que cada alumno tenga la formación y capacitación necesaria con orientación profesional que le permita acceder a un empleo digno. El trabajo dignifica y aleja a los jóvenes de las calles, de los robos, de las drogas, fortalece su autoestima y los incluye en el proceso del desarrollo nacional.
Nuestros jóvenes tienen una energía extraordinaria para ayudar a transformar el Paraguay. Solo necesitan oportunidades. Casi el 60 por ciento de la población es menor de 30 años; sin embargo, aproximadamente 4 de cada 10 terminan el ciclo básico y 1 de cada 100 logra terminar la universidad. Si no transformamos esa realidad no vamos a transformar el Paraguay. Este capital humano necesita de nuestra inversión para activar su potencial. Para ello, promoveremos acciones que permitan la incorporación de niños y jóvenes al sistema educativo, que disminuya la deserción escolar, vamos a educarlos como sujetos libres, capaces de definir su futuro con independencia, con creatividad y dignidad.
Hagamos que la educación sea una causa nacional.
En materia de salud, iniciaremos la reforma que nos permita avanzar hacía un sistema único de salud con acceso y cobertura universal. Enfocarnos en una medicina preventiva, cerca del ciudadano. Qué ir a un hospital en Paraguay no se convierta en un drama mayor que la propia enfermedad.
Tengan por seguro que estos cinco años no olvidaremos lo más importante: cuidar y unir a las familias paraguayas promoviendo valores y principios. Es en el seno familiar donde se forja la verdadera identidad de la patria.
Será una prioridad el impulso de políticas para las mujeres, generando condiciones de empoderamiento y equidad e impulsando su participación activa en todas las áreas de la vida social.
Necesitamos transformar la realidad de nuestros adultos mayores. Seremos celosos en impulsar en el más corto tiempo programas de atención a la tercera edad que lleguen efectivamente a ellos. Un pueblo que no respeta y olvida a sus mayores es una nación que olvida sus raíces, pierde su misma esencia, su misma humanidad.
Los pueblos indígenas ocuparán un lugar especial. Es hora de que el Estado asegure mejores condiciones de vida para ellos, que son los habitantes ancestrales en estas tierras.
Vamos a ocuparnos de nuestros pequeños productores, de los campesinos, tenemos el desafío de darles todo el apoyo y la asistencia técnica necesaria para que puedan ser productivos y salir adelante con sus familias.
Nuestros recursos naturales deben ser protegidos y gestionados responsablemente. Superaremos los problemas que originan la deforestación y trabajaremos en la reforestación como una herramienta de desarrollo rentable y sustentable.
Los emprendimientos energéticos binacionales deben llevarse a cabo respetando siempre nuestros derechos soberanos, generando beneficios justos para todos. La soberanía energética debe tener una visión estratégica. Su uso debe desarrollar nuestra economía, fortalecer el mercado interno y el avance hacía una sociedad más productiva.
Nosotros no queremos nada que no sea nuestro, pero lo que es nuestro lo vamos a defender.
Queremos agradecer la honrosa presencia de jefes de Estado, jefes de Gobierno, de las delegaciones diplomáticas de alto nivel, de organismos internacionales y de invitados extranjeros que han acudido a esta ceremonia.
Reciban ustedes nuestra hospitalidad, agradecimiento y nuestro compromiso para la integración de nuestros países.
Paraguay será un protagonista activo en la construcción de una verdadera integración regional. Vamos a promover la complementariedad de nuestras economías, fortalecer la conectividad para mejorar así nuestra competitividad. La integración de nuestros pueblos es el camino.
Ya no hay fronteras para los procesos de integración. Debemos construirla con respeto a las autonomías de cada país pero basada en los intereses comunes. Seamos conscientes que los procesos de integración no han avanzado cuando se ha priorizado la ideología, es el ejemplo de la crisis por la que está atravesando Unasur. Debemos convocarnos a diálogos sinceros.
Y si no hay fronteras para la integración, tampoco debe haber fronteras para ser solidarios con los pueblos que sufren violaciones graves y sistemáticas a sus derechos humanos.
Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Venezuela y de Nicaragua frente a los abusos del poder. Nuestras voces libertarias no callarán. Paraguay no va a mantenerse indiferente ante el sufrimiento de pueblos hermanos. Es hora de dejar a un lado la hipocresía y levantar la voz ante las injusticias.
Nuestros pueblos merecen vivir en paz, no queremos más violencia de ninguna forma.
La inseguridad, el tráfico de drogas y el crimen transnacional siguen siendo flagelos en nuestro país y en la región. Vamos a trabajar incansablemente con los países aliados para combatir con fuerza el crimen en todas sus formas. No es aceptable que nuestras fronteras sigan siendo espacios para el florecimiento de organizaciones criminales. Este Presidente no les dará tregua. No descansaremos hasta que los secuestrados vuelvan con sus familias.
Después de las elecciones estuve con Ña Obdulia, la madre de Edelio, uno de los secuestrados por el EPP. En nombre de ella y del sufrimiento de las familias víctimas de estos actos terroristas, nuestro compromiso es el de no renunciar jamás a la obligación de trabajar para dar seguridad a todos los habitantes de la República.
Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional estarán al servicio de la gente con respeto y profesionalismo! Yo sé el orgullo que se siente al portar el uniforme, por eso estoy seguro de que nuestra fuerzas públicas servirán a la patria con honor.
Quiero finalmente agradecer al pueblo paraguayo, que nos ha acompañado en este difícil trayecto, donde nunca hemos elegido los atajos. Siempre hemos elegido el camino difícil de la defensa de los principios. La política es una lucha constante entre las conveniencias y las convicciones. Y no hay triunfo que valga la pena bajo la tumba de los principios.
Quiero agradecerle a la dirigencia de mi partido, al gran Partido Colorado. También a los que me han acompañado a lo largo de esta trayectoria política. Hemos crecido juntos. Agradezco, además, a los que desde posiciones y proyectos distintos me ayudan a entender que no estamos solos en la pasión por alcanzar el progreso y bienestar de nuestro pueblo.
Agradecerle a mi familia, a mi señora esposa, a mi madre, a mis hijos que me han acompañado a lo largo de este camino y teniendo siempre presentes los recuerdos de mi padre.
Sé que esto ha significado muchos sacrificios, pero la recompensa de trabajar por el engrandecimiento del país vale la pena.
Y dije durante las elecciones que mi jefe de campaña es Dios, cuando las cosas estaban mal, estaban más difíciles, su mano se mostraba devolviéndonos la esperanza y el coraje. En Paraguay no ganó el que tenía más dinero, el que tenía más estructura, ganó el que nunca perdió la fe.
Hoy ya no estamos en campaña, pero seguimos teniendo al mismo jefe: a Dios. A Él, a mi familia y a mi pueblo me debo. No respondo a otro interés que no sea trabajar sin descanso por nuestro país, sabiendo que la única recompensa será tener la conciencia tranquila. Y tendremos siempre al tiempo y a la historia como los grandes jueces supremos de nuestros actos.
Hoy he jurado ante ustedes, ante la patria, que al final de mi mandato seré senador vitalicio para, con el ejemplo, mostrar que nadie puede estar por encima de la República. Nadie puede estar por encima de la Constitución y de nuestras leyes. Nadie puede ser más fuerte que el Paraguay.
Muchas gracias a todos y que Dios bendiga al Paraguay.